Bantry, por dentro

Con este completo el último capítulo de la trilogía dedicada a Bantry (la Bantry House y el concierto de Christy Moore fueron los dos primeros) y ahora es turno de hablar del pueblo en sí, algo que por otra parte estaba siendo injusto de mi parte, al no haberle dedicado una entrada todavía (no, al menos, una en exclusiva).

El rasgo más distintivo de Bantry es su posición, completamente de cara a la bahía del mismo nombre y a la falda de las colinas Maughanaclea, encajada entre la península de Sheep Head y la de Beara, con las islas de Whiddy justo delante, entre ambos brazos de tierra.

Si tuviese que elegir un lugar que representase fielmente todo lo que encierra West Cork, creo que me inclinaría por este, quizás porque aquí se nota con mucha fuerza el espíritu de los pueblos de mar, que parece construidos sobre una alfombra que una mano invisible levanta por un extremo y obliga a que todo el mundo se vea desplazado hacia la orilla.

La ciudad tiene un pequeño muelle, no demasiado grande y, desde esa área hay un paseo de varios kilómetros que recorre todo el frente marítimo hasta doblar el recodo de la bahía y llegar hasta la playa.
Se puede empezar recorriendo a pie la ciudad desde este punto, cerca del pequeño dique, un relajante parque con un estanque de agua procedente del mar. Es especialmente bonito cuando la marea esta llena.



(Las siguientes fotos están sacadas en invierno, en diferentes días).

La placidez de las aguas en una mañana congelada.



La playa con nubes barruntando tormenta a última hora de la tarde.



Arquitectónicamente y sin incluir la Bantry House, el pueblo no tiene edificios de especial relevancia, únicamente las dos iglesias, en concreto la de San Brendan, la plaza central que está unida al paseo y, por supuesto, las fachadas coloristas y llenas de detalles florales de la mayoría de viviendas del casco histórico.



La localidad es más o menos de igual tamaño y población que Skibbereen, pero en mi opinión, es muchísimo más animada y popular. Para empezar, atrae a más turistas porque es una buena base para explorar los alrededores y posee más oferta hotelera y probablemente mejores restaurantes y pubs. Además tiene cine y una vida cultural que ya la quisieran para sí algunas ciudades bastante mayores, por ejemplo, todos los festivales literarios y musicales de los que hemos hablando en anteriores posts.

Ancla de la Armada Francesa de 1796 (la misma que no pudo invadir Irlanda por esas fechas)



Detalle de una de las tabernas.



Y para terminar de hablar de Bantry, que como se ve, me gusta y mucho, los dejo con algunas fotos del mercadillo (este si es sin duda el más conocido de los mercados al aire libre de la comarca). Se organiza semanalmente cada viernes, pero el primer viernes de cada mes está bastante más concurrido porque reúne a gran número de comerciantes, granjeros y agricultores de fuera, que se agregan a los locales para exhibir sus productos.







Un caballo y su potro esperan por algún comprador a los pies de la estatua de St. Brendan (el navegante)que desde su barca y con los brazos abiertos da la bienvenida a los forasteros.



Algún día habrá que hablar de este santo irlandés más conocido por nosotros por una de las variantes de su nombre...San Borondón.

"...filas de casas, todas lanzándose sobre mí,
siento sus manos tristes tocándome,
todas estas cosas se ordenan,
todo lo que un día engulliremos entero
para fundirse otra vez y desaparecer...".

Street spirit - Radiohead