Sheep Head– Intento fallido

Dicho así, parece como si hubiese intentando hacer cumbre en un 8000 y que me hubiese visto envuelto en una ventisca. Nada más lejos de la realidad, aunque el resultado final también fuese harto frustrante, pero ya hablaremos más adelante sobre eso.

De momento les hago saber que la península de Sheep Head es una más de las que hay en la zona de West Cork. Se sitúa entre las también penínsulas de Mizen Head y Beara. Es quizás la menos conocida y poblada, pero no por ello, carente de belleza.

Antes de que una traducción rápida e imprecisa nos sugiera el nombre de Península de la ‘Cabeza de Oveja u Ovejas’, hay que advertir que ‘head’ en inglés también significa ‘cabo’ y esa es la interpretación correcta. Y menos mal, porque un tramo de carretera de este brazo largo y estrecho que se introduce en el mar, es conocida como ‘Camino de cabras’ y entonces estaríamos hablando del ‘camino de cabras de la cabeza de la oveja’.

 Sheep Head es muy conocida entre los caminantes por su sendero de casi 100 kms. en total. Técnicamente es un ‘Sendero de Gran Recorrido’, aunque luego, en la realidad, tal vez lo de GR, le quede un poco largo, nunca mejor dicho.

Mi intención el pasado domingo era recorrer una pequeña  porción del camino, el tramo que bordea el extremo de la península, donde se supone que hay un faro y además con suerte se pueden avistar cetáceos. Un gran aliciente sin duda para una caminata corta de no más de dos horas.

Este fue el inicio de un domingo para olvidar, de hecho, el post podía haber recibido el título de ‘Un día aciago 2ª parte’. Voy a intentar resumir la historia.

Una jornada de senderismo planeada a conciencia, con viajes previos para reconocer el terreno, recopilación de mapas, espera de semanas, incluso meses hasta encontrar el día propicio,  se puede ir al garete si se descuidan flecos que parecen poco importantes, como por ejemplo: JAMÁS se te ocurra comentar tus planes domingueros con el tipo que te alquila el piso, porque media hora después te puedes ver en su coche, en el asiento del copiloto y con un perro sentado atrás entretenido en morderte las orejas.

Pues sí, cometí ese error de principiantes, y durante la casi hora y media del trayecto por carretera hasta nuestro destino, crucé los dedos para que no se repitiese otra saga al estilo ‘Gougane Barra’.

Sin embargo, al llegar al lugar desde el que se inicia el pateo, la cruda realidad te golpea: PERROS NO, bla, bla, bla. El típico cartel presente en otros muchos sitios, el que a veces nos hemos pasado por el forro, el que hubiésemos ignorado una vez más sino es porque esta vez había un guardián en una caseta que nada más percatarse de nuestras intenciones se acercó a recordarnos, amablemente eso sí,  que Barney no era bienvenido y más o menos que ni de broma iba a dejarlo entrar a no ser que fuese por encima de su cadáver. Cosa curiosa, pues él tenía su propio chucho, pero a ver quien se pone a discutir…y la ley es la ley y todas esas retahílas.

Ya está, nada más que hablar del sendero de  Sheep Head, ‘intento fallido’ sin ni siquiera empezar a caminar.

Mi casero, que reconoció mi cara de pocos amigos, en seguida se brindó a proponer una alternativa. Por lo visto, conocía unas playas en una parte de la península en las que se podía caminar y al menos no perder el viaje…Vamos que me hizo la pelota para no verme enfurruñado, aunque el que se lo tomó mal de verdad fue el perro que se quedó con unos ojos de cruzado que cualquiera le decía algo.

Así es que me dejé llevar, tampoco tenía muchas más opciones, y una media hora más tarde me vi en un aeródromo abandonado al lado del mar y en una playa sí, pero no de arena sino con unos cayados tan grandes como cabezas de oveja. Uno de los rincones más feos que recuerdo de West Cork.

Pues en esa estábamos, sorteando obstáculos pétreos, mientras el perro, al que no se le había pasado el mosqueo, se recreaba olisqueando unas burbujas en la orilla del mar (escapes de una tubería subterránea que viene de una planta de tratamiento de residuos), vamos el cuadro completo, cuando se acerca una tipa con aires de diva y con unas gafas de sol del tamaño de televisores de plasma, con sus dos perracos, un pastor alemán y otro de una raza que desconozco.

En diez segundos se mascó la tragedia. 2 perros poco amistosos y consentidos y otro, encochinado porque se le chafó su caminata dominical…pues eso, el pastor alemán abrió las hostilidades  y se enzarzaron él y Barney en una pelea a mordiscos, interrumpida cuando mi casero le propinó un patadón (obligado) al otro chucho para separarlos. La doña de los andares glamurosos no dijo ni esta boca es mía. Por suerte los perros  tienen la piel más dura que el amianto y, a pesar de los mordiscos,  no llegaron a hacerse sangre.

Nada, tras esto, regreso a casa, después de tirar completita toda una mañana de domingo a la basura.

Para rematar el día, la maquina de helados (exquisitos) de la gasolinera estaba rota y, por la tarde, como colofón a la jornada, se prendió fuego en uno de los bosques que hay encima de ‘cordón de zapato’ y aunque la casa nunca se estuvo amenazada, las llamas si llegaron cerca  de la  vivienda de los vecinos que están como a  300 metros de distancia de aquí. Tuvieron que venir dos cuadrillas y varios camiones a hacerse cargo de la situación, pero bueno, se controló antes de que se desmadrara.

Ya hablaré de Sheep Head, de la península y del sendero, cuando lo vuelva a intentar y cuando tenga más suerte y no me toque un día tan nefasto. Incluso las fotos de la entrada fueron tomadas en otras ocasiones, salvo ésta:

…que encima está torcida.

Termino con una pregunta al aire:  En un domingo cualquiera ¿qué es peor?,¿ programar una jornada de caminata y que se te tuerzan los planes en el último momento?, o bien, no proyectar nada en absoluto porque afuera hace un temporal del demonio y tengas que pasar el día, pues yo que sé, …¿escribiendo una entrada en el blog?

"...Looking back at the photographs.
Those summerdays spent outside corner cafes.
Oh, I could write you paragraphs,
About my old Parisienne days...".

Parisienne Walkways - Gary Moore