Cork - Me deja indiferente

La ciudad de Cork, o 'tapón' en inglés, en realidad adopta el nombre del gaélico 'Corcaigh' que significa pantano. Es, después de Dublín, la segunda urbe más poblada de la república, pero no llega ni mucho menos a hacerle sombra. La casi dualidad o bipolaridad de la que se podría hablar en España entre Madrid y Barcelona, es impensable en Irlanda. Ambas ciudades tienen aeropuertos internacionales, estaciones de tren, universidad, grandes zonas comerciales, etc., sin embargo, la atmósfera atractiva de las calles de Dublín, acompañada del cierto toque decadente de sus edificios de estilo georgiano, en el caso de Cork, el 'cierto' se transforma en 'marcado' toque decadente, o al menos esa es mi impresión.
No seré yo quien discuta que la escena cultural de Cork es más que apreciada y que mantiene el tipo gracias a sus galerías de arte, teatros y Casa de la Ópera, algunos museos y la organización de grandes festivales y citas musicales que se celebran durante el verano y el otoño. Por algo, Cork fue la ciudad elegida como capital europea de la cultura en el año 2005.
Pero a pesar de todo esto, que no es moco de pavo, yo, por más que la visito una y otra vez, sigo echando de menos el ambiente que si he encontrado en otras ciudades, esa chispa que te hace querer ir y explorar de nuevo sus calles, sus rincones, mezclarte con la gente. Sigo sin descubrir en Cork, ese punto personal que la haga salir de la mediocridad.
El centro de la ciudad, donde se concentran la mayoría de edificios emblemáticos y donde la gente se reúne para pasear o para ir de tiendas, es un tanto desangelado y es una pena porque el emplazamiento es magnífico (se asienta sobre los canales que forma el río Lee, justo antes de su desembocadura); Después de recorrerlo queda la sensación de que arquitectónicamente está desaprovechado y algo descuidado (aunque me consta que se están haciendo esfuerzos para mejorarlo).

Partiendo de la base de que no estamos hablando de Praga, París o Granada (Dios me libre de hacer comparaciones), tampoco es Cork la ciudad que destila espíritu bohemio como se reseña en las guías. Galway, en la costa Oeste sí que lo es, Dublín también, pero Cork, si nos salimos un poco de las cuatro calles más populares, más bien rezuma algo de dejadez y llega a ser hasta deprimente.
Comentando este tema con algunos irlandeses que conozco, me he encontrado con división de opiniones: están por un lado los que dicen que hay que conocer bien Cork para amarla - son, por supuesto, los que viven o mantienen lazos con la ciudad-; (aunque esto digamos que desde el punto de un turista que está de visita, no se sostiene). Por otro parte (entre los que me incluyo), están los que piensan que a Cork le falta carácter y que después de 3 ó 4 horas de recorrerla a pie, ya lo has visto todo y, aunque no diré que sea prescindible, sí que difícilmente se te van a quedar grabadas en la retina imágenes de las que perduren mucho tiempo.
Por tanto (siempre desde mi visión subjetiva del mundo), la conclusión es que para futuros visitantes, Cork-ciudad merece una parada, pero casi fugaz, donde recorrer los monumentos históricos y de interés como Gran Parade, Paul Street, el Antiguo Mercado de Mantequilla (antiguamente el más grande del mundo), el Mercado Inglés y algún que otro sitio más. Sin duda, merece más la pena aprovechar el tiempo en explorar algunas de las localidades cercanas como Cobh, Blarney o Kinsale que sí que gozan de todo el carisma del que Cork carece.

Como no quiero finalizar esta entrada 'oscura' con mal sabor de boca, voy a dejar un par de fotos de lugares atractivos de Cork y darle una pincelada de color al gris plomizo del texto hipercrítico.

Monumento del Gran Parade



Catedral neogótica de San Finbarr (exterior más vistoso que el interior -además de que la entrada no es gratis-)



"...Espero que haya alguien que cuidará de mí
cuando me muera, ¿me iré?
Espero que haya alguien que libere mi corazón,
fácil de sostener cuando esté cansado..."

Hope there's someone - Antony and The Johnsons