Papeleos (1ª parte)

Vivir en Leap, administrativamente hablando, significa no saber donde demonios estás ubicado y adonde o a quien tienes que dirigirte para tramitar algún documento.
Me explico: Leap es un pequeño villorrio (algún día hablaré largo y tendido de este lugar), pero de momento solo mencionaré que carece de ciertas infraestructuras elementales y que resulta contradictorio, por poner un ejemplo, que haya varias tiendas de muebles y decoración, una oficina de correos, dos gasolineras, una iglesia católica, una iglesia anglicana, un club de actividades deportivas, un pub, otro pub y un tercero,…y sin embargo no haya un supermercado decente y ni siquiera un cajero automático. .
Leap está rodeado de otras localidades un poco más grandes pero que no pasan de ser, pues eso, pueblos. Sin embargo, no hay un centro administrativo común, con los consiguientes quebraderos de cabeza que supone y ya ni te cuento si eres un extranjero que acaba de llegar.
Skibbereen es el núcleo con más población de los alrededores y también, por suerte, el más cercano. Aquí he abierto una cuenta en una oficina bancaria, no sin antes pasar por un auténtico purgatorio de varios días que paso a resumir: el primer banco al que fui me dijo directamente que no, que yo era extranjero y que sin el PPS (equivalente irlandés al número de la seguridad social) no hay nada que hacer. En otra entidad diferente me dijeron que sí, pero con la condición de que les trajera el PPS en un futuro próximo, una factura de electricidad o equivalente y además me obligaban a presentar un extracto (original) de las transacciones del último trimestre de mi banco en España en caso de que quisiese una tarjeta de débito (fundamental, dada la escasez de cajeros). Decidí probar fortuna y aceptar el desafío.
En Skibbereen no me podían tramitar el PPS, así que tuve que ir a Bantry donde me las ví con una funcionaria de lo más… h**a de p***, porque decir que era borde es poco. No hacía más que observarme de arriba abajo y hacer pequeños gestos sin disimular y que se podían interpretar como: ‘tu eres un cabrón gilipollas extranjero que viene aquí nada más que a aprovecharse de nuestro sistema’, lo cual me duele en el alma, porque no soy ningún cabrón.
En fin, esta señora (de rasgos hindúes, por cierto) que me hizo la vida imposible durante más de diez minutos y me puso trabas por todo (me llegó a decir que para conseguir el dichoso numerito tenía que abrir una cuenta bancaria antes), al final se dio por vencida y me dio el formulario para rellenar, un documento bastante curioso, en el que se me pedía tres veces el apellido de mi madre y sólo una el mío propio.
El papelucho en regla me llegó por correo unos cuantos días más tarde. Con él y con un extracto sacado de Internet (ni original, ni facturas, ni nada) me fui al banco y todo quedó solucionado…Eso era lo que yo creía, hasta que intenté darle de alta a la cuenta online por teléfono. Al otro lado de la línea me esperaba algún familiar de la funcionaria del puñetero PPS, porque, a mi suplica de que hablase más despacio, el sujeto no hacía más que doblar la velocidad para al final terminar por colgarme el teléfono. Tuve que volver a la oficina, con el consiguiente cabreo y allí me explicaron que tenía que esperar a que me llegaran dos tarjetas por correo, de las cuales tenía que desechar una… “¿hola…? ¿alguien que me lo explique?”
Al final las tarjetas llegaron (otra cosa no, pero el correo por aquí funciona de maravilla). Por lo visto, con una de las tarjetas solo se puede sacar dinero del cajero pero no comprar y la otra es una tarjeta de débito ordinaria (láser, como las llaman aquí).
Después de tirar una de las dos a la basura (¡viva el cambio climático!)…fui con la de débito a la oficina…y después de aproximadamente media hora de más papeleos, llamadas y suspiros conseguí que mi cuenta bancaria quedase operativa.

Continuará…

“De rodillas no hay forma de ser libre,
Levanto una copa vacía y me pregunto en silencio
Si todos mis destinos aceptarán la persona que soy
y así pueda respirar…”

Guaranteed – Eddie Vedder