17 agosto 2013
El círculo virtuoso
Ufff… mira que es difícil comenzar un nuevo post del blog después de tanto tiempo inactivo, pero ya es hora de ir poniendo a punto otra vez este espacio en el que siempre he compartido mis paranoias / vicisitudes ‘irlandescas’ y qué por otro lado tantas alegrías me ha dado durante los pasados 4 años. También es momento de dar explicaciones de por qué el silencio obligado de estos últimos meses…
Comienzo desde el principio, e intentaré ser lo más breve posible, aunque ya me conozco y seguro que me enrollo, pero prometo que la lectura de esta entrada no durará mucho más que una pausa publicitaria cualquiera en Antena 3.
En enero de este año decidí que quería hacer algo serio con mi vida (una decisión que suelo tomar como 2 ó 3 veces cada mes), aunque esta vez no iba en broma por el tema de los proyectos de un nuevo año, el 2013, etc. Y es que el 2013 no es un año cualquiera, es el año en que me toca enfrentarme a la crisis de los 40. Sí es duro, lo sé, sobre todo cuando todo el mundo te dice que solo aparentas 25…, pero bueno, es lo que hay. He de decir que este tipo de elecciones transcendentales no me pillan del todo por sorpresa. En el año 2003, cuando me tocó sufrir la crisis de los 30 lo pasé igual de mal y también tomé un par de medidas bastante drásticas. De repente me sentí viejo y me dije… mierda, haz ahora todo lo que puedas antes de que la edad te pase más factura. Aquel fue el momento de practicar puenting, parapente, kayaking y un sin fin de experiencias adrenalínicas variadas…. También le di la patada a la carrera de Medicina (¿sorprendidos?) y empecé a gastarme todo lo que ahorraba en viajes, de hecho, en junio de 2003 hice mi primer viaje al extranjero (elección: Escocia). Por aquel entonces yo no hablaba más de 10 palabras seguidas en inglés y creo que mis conocimientos no iban mucho más allá de los números, los días de las semanas, here, sorry, please y thank you,… pero aquel viaje me marcó de una forma inimaginable. Mis ojos se llenaron de verde, de montañas cubiertas de turba, de lagos, …de whisky (sí, los ojos también!) y me dije…algún día me gustaría vivir en un sitio como este. Recuerdo que incluso me emocionaba con un CD que había grabado para la ocasión, temas con música de gaitas y violines en plan banda sonora (en aquel tiempo no tenía ni la más zorra idea de que en realidad casi todas las canciones eran irlandesas,…para mí todo pertenecía al mismo mundo y, bueno, en realidad es así). Este es un cuadro sintomático típico del reconocido pero poco estudiado virus ‘celta’.
A partir de ahí tracé un plan meticuloso y paciente para acabar por salir de España con rumbo a un país en el que pudiese mitigar ‘la enfermedad’ y al final elegí Irlanda en el 2009 (best decision ever!), ¿Por qué Irlanda y no Escocia o Gales? porque Irlanda es la tierra perfecta si eres un soñador y/o te falta un tornillo (es un motivo esencial, aunque hay muchos más…). Si quieres conocer los demás te recomiendo (o mejor no) que leas los más de 300 posts que he escrito al respecto desde que aterricé en el aeropuerto de Cork en julio del 2009.
Bueno, que me voy por las ramas… Como iba diciendo, en enero de este año me animé a buscar una salida decorosa a la puñetera crisis de los 40, así que decidí ir un paso más allá en mi romántico ‘affair’ con este país y pensé (con algo de ingenuidad, todo hay que decirlo), en convertirme en ‘embajador’ para futuros visitantes: (Guía Turístico Nacional). Total, que gracias a unas acertadas recomendaciones y algunos buenos consejos opté por solicitar plaza formal en el curso que organiza cada año el Departamento de Turismo Irlandés (Fáilte Ireland). No quiero entrar en detalles, pero a priori era una idea del todo estrambótica e infantil: yo, sin experiencia alguna en el sector turístico compitiendo contra centenares de candidatos preparadísimos por un puñado de plazas –30- en un proceso selectivo que ni los astronautas de la NASA… Ante mi clara desventaja resolví explotar mi mejor baza: el entusiasmo (ahí es imposible fingir, porque es absolutamente genuino). Incluso les adjunté a modo de prueba de compromiso absoluto con Irlanda la dirección de este blog; no sé si tuvo algo que ver o no, probablemente no, aunque durante unos días tuvo muchísimo tráfico desde Dublín, el caso es que cuando ya había perdido las esperanzas, un buen viernes de principios de febrero el teléfono sonó y… “Miguel, estás dentro”.
Ha sido posiblemente el semestre más estresante de mi vida: aprender, aprender y aprender sin tiempo para asimilar (¡y yo que creía que conocía el país un poco!), memorizar, inglés, inglés y más inglés, adquirir habilidades sociales… hablar en público (en inglés!) para un auditorio (con varios examinadores vigilándote el cogote) ¡en inglés!, reuniones, viajes, cambios de planes, seminarios, recorrer el país tomando notas, ¡vestir corbata!! Aún sigo sin tener claro si el tutor del curso está loco de atar o, por el contrario, es el mejor motivador que he conocido en mi vida, probablemente lo segundo. Ha sido terriblemente duro, no he tenido vida, …no es que tuviese huecos para los posts del blog que fueron distanciándose en el tiempo hasta al final interrumpirse, es que me vi obligado a dejar de trabajar -y no fui el único- para poder dedicarme en cuerpo y alma al curso, pero al final ha merecido la pena. Ha acabado, me han dado las notas esta semana, ya soy oficialmente National Tourist Guide. Sé que puede sonar a mierdecilla, pero para mí significa mucho, no solo por el esfuerzo que ha costado sino por la satisfacción ( y quizás orgullo) de saber que las autoridades de turismo irlandesas confían en ti como ‘embajador’ para los futuros visitantes. También conlleva una responsabilidad, eso es obvio pero, sinceramente, ganarme la vida viajando y mostrando el país (una tierra que he aprendido a querer casi como si hubiese nacido aquí) a los turistas que se acerquen es algo con lo que, para ser sinceros, yo hasta hace poco tiempo no soñaba ni en mis fantasías más húmedas.
Por eso este momento lo veo como el cierre del círculo que se inicio hace 6 años cuando visité el país por primera vez… Un sentimiento similar al estar enamorado de una persona, pedirle matrimonio y que te digan sí ¿Estoy chiflado? Puede, pero como dije antes, …esta es una tierra para soñadores.
Un último apunte para los amantes de la mitología y los símbolos. La primera vez que llegué a Irlanda lo hice por mar (la foto es del verano del 2007 y es mi primera imagen-memoria de la isla), esa primera noche la pasé en un hotel de grato recuerdo para mí: El 7 Oaks de Carlow. Casualidades de la vida, nunca jamás he vuelto a pisar ese sitio hasta esta misma semana y fue ahí donde recibí el correo electrónico con las notas del curso. Si fuera supersticioso diría que los Celtas me la han jugado con uno de sus famosos anillos: el cierre del círculo, una estructura que ellos consideraban perfecta.
Me despido con una frase de un libro/película/banda sonora de fuerte inspiración para mí: ‘Into the wild’:
“En la vida no es tan importante ser fuerte, como sentirse fuerte”
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Postdata: menudo ladrillazo autobiográfico /metafísico / diarrea-mentálico he soltado cuando lo podía haber resumido todo con un ‘hey, ya estoy de vuelta’ .
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Comhghairdeas!
ResponderEliminarPara ser "politicamente correcto" y felicitar en la lengua de "nuestra" querida Isla Esmeralda, jejeje, pero siendo un buen "incorrecto politicamente": Enhorabuena, con 2 cojones!
Así no tengo nada más que decirte, bueno si, todavía tengo pendiente esa visita y esas pintas a medias. Pero aunque este año lo veo ligeramente complicado, y como no quiero quedar mal poniendo fechas, espero que el año que viene si cumpla lo prometido (y en lugar de ir una semana, si pueden ser 2 mejor, sin descartar que sea una larga estancia).
Go raibh maith agat!
EliminarNo te preocupes, billete abierto sin fechas. A los de Guinness que vayan preparando reservas de refuerzo jajaja (larga estancia suena cojonudo!) :P