El color de la primavera

Este título que podría recordar al lema de un anuncio de compresas, no es más que una reseña hacia el tono predominante que adopta el paisaje irlandés en esta época del año.
No voy a empezar a decir cursiladas del estilo de 'al acabar el invierno, los matices dorados de la floresta se desparraman por doquier convirtiendo el campo en un inmenso océano esmeralda con olas furiosas de destellos áureos', pero si voy a dedicarle esta entrada a la nueva temporada, como también hice con el otoño y el invierno, al fin y al cabo, una de las razones que me llevó a abandonar 'Las Afortunadas' fue la de estar en un lugar en el que pudiese palpar el cambio de las estaciones, y ¡vaya que se nota!

Para empezar, las temperaturas han subido considerablemente, la horquilla que hasta hace un mes era de 3-5 grados, ahora es de 12-15 grados, con las consiguientes ventajas: ya puedo volver a tender la ropa en el exterior, después de 4 meses y el uso de la calefacción se ha moderado (mi bolsillo me lo agradecerá).
Con la mejoría climática (algo discutible, si consideramos que la atmósfera es más inestable y el viento y las lluvias han reaparecido con sus periódicas visitas), la gente, como hormigas después de la tormenta, se han vuelto a echar a la calle y a invadir los espacios de ocio (se acabaron las sobremesas bucólicas paseando por la playa desierta, envuelto en salitre y tan sólo acompañado del sonido salvaje de las olas rompiendo contra los acantilados), a partir de ahora tendré que acostumbrarme a los 'ladridos' de la chiquillería y a los 'gritos' de los cánidos y sus pelotitas.

Con la primavera, cómo no, también han regresado los simpáticos insectos, los árboles empiezan a mostrar sus primeros brotes y en el ambiente domina la música celestial del trino de los pajarillos que se afanan en preparar sus futuros nidos y ... (vale, vale...pongo el modo 'tampax' OFF otra vez).




Pero volviendo al título, ¿cuál es el color de la primavera? Si nos olvidamos de los 40 tonos distintos de verde que tiene la hierba hay una tonalidad predominante sobre todas las demás.




En las flores: narcisos, conizas y dientes de león; en el cuerpo de las abejas (que han iniciado con nuevos bríos sus peligrosas incursiones a mis aposentos); en el aire (color que queda en la atmósfera tras el paso de una nube de cenizas volcánicas islandesas); y sobre todo en un arbusto que florece en esta época del año: la afaga de los prados.




Y aprovecho que no he hablado demasiado en el blog sobre flora para introducir someramente las características de esta planta, que durante la primavera y por estas latitudes es la auténtica reina del campo.
Es un arbusto de mediano tamaño, actualmente protegido, pero que se utilizaba antiguamente como complemento en la dieta equina (para dar potencia extra en las carreras). A pesar de su nombre, desde luego no sólo crece en los prados, sino que se extiende por toda la geografía irlandesa, en cualquier sitio donde haya un pedacito de tierra para asentarse (prados, pastos, cunetas de carretera, pantanos, etc.). Sus flores de color chillón se dejan ver sobre estos meses y son una bendición para la vista, 'saturada' de tanto verde.

Varios ejemplos para ilustrar:

En un lago cercano a Leap



En la orilla del mar



En cordón de zapato



Y para terminar, un último apunte sobre el color de la primavera. Además de las conizas, las afagas, las nubes volcánicas, los abejorros y la cerveza Smithwick's, este es el tono que adopta la piel de las piernas después de 6 meses de enclaustramiento obligatorio.



(al menos, con la nueva estación ya puedo sacar las patas al sol un par de horitas cada semana...).

"...La simple charla nos funcionó tan bien
viajamos por el infierno, sabes cómo caímos
Elévame, elévame, más alto, ahora y
Elévame, elévame, más alto, ahora y
Más alto, ahora...".

Lift me up - Moby