La destilería más grande de Irlanda se encuentra en Cork, concretamente en Midleton a unos 20 Kms de la ciudad. En esta ‘fábrica’ no sólo se produce el whiskey más conocido del país, el Jameson, sino que se destilan otras marcas de whiskey irlandés: el Paddy, el Powers y alguno más.
El mes pasado, aprovechando que estaba por la zona, me acerqué al pueblo y visité las instalaciones, en realidad, sólo la parte dedicada a los turistas, los edificios donde se encontraba la destilería original y que han sido restaurados para el disfrute de los visitantes. Del pueblo de Midleton hablamos en otro momento, si es que me llego a acercar por allí de nuevo, porque sinceramente, aunque las calles lucían interesantes, no les dediqué ni un mísero minuto y fui directamente al grano (de cebada destilado).
La historia del whiskey Jameson se remonta al año 1780 en que un personaje llamado John Jameson funda en Dublín su propia fórmula de ‘agua de vida’, aunque un detalle que no les hace mucha gracia a los irlandeses y es que el patriarca del Jameson era ¡ESCOCÉS!, además se da la circunstancia de que estaba emparentado con los Haig (los del whisky John Heig de toda la vida). Parece ser que si te dedicas a este negocio, llamarse John o Juan es sinónimo de éxito.
La ‘Old Destillery’ de Midleton se construyó en el año 1867 y estuvo activa hasta 1975. A partir de entonces, el whiskey se destila en los edificios adyacentes, quedando la Vieja Destilería como museo y centro de visitantes.
A pesar de producirse en Cork, el whiskey Jameson se sigue considerando dublinés y allí, en la capital, tiene su propio museo (el cual no he visitado, pero supongo que debe ser bastante parecido al de Midleton).
Lo más gracioso es que en Midleton, que es donde está la ‘Vieja Destilería’, se le da el nombre de The Jameson Experience y el centro de visitantes de Dublín, en cambio, es conocido como The Old Destillery. Lógica típicamente irlandesa.
Pues nada, volvemos a Midleton y su Jameson Experience en la Old Destillery. La entrada cuesta 13.50 €, que así, a primera vista, parece un poco caro, pero luego resulta un recorrido bastante aprovechable.
Para empezar, un video introductorio y luego un tour guiado. Por unos instantes creí que iba a ser el único visitante, algo por otra parte, no sería demasiado extraño ya que en febrero no creo que se acerquen muchos turistas por esta zona, sin embargo, en el último momento se unieron un grupo de cuatro ingleses ‘ángeles del infierno’ de los auténticos. Y con lo de auténticos me refiero a que seguramente serían de los que fundaran el movimiento, porque los moteros encuerados pasaban todos de los setenta. Menos mal que se añadieron, porque estaban ‘enralados’ como chiquillos e hicieron más ameno el rato dentro de la destilería.
Durante más o menos una hora, una chica de voz mono tono y mono volumen nos condujo por todos los recovecos de los distintos edificios y nos explicó la historia de aquellas paredes y cómo no, el arte del destilado de whiskey.
Maquetas mecánicas, algo de maquinaria real y una buena ambientación provoca que uno se sumerja fácilmente en la atmósfera de aquellos tiempos….desde molinos, almacenes y malteadoras hasta la noria gigante movida por las aguas del río Dungourney, todo cuidado hasta el más mínimo detalle.
Quitando las degustaciones, uno de los puntos fuertes del recorrido es la sala donde descansa el alambique de whisky o (pot-still) más grande del mundo.
Ya no encuentra en funcionamiento, pero su capacidad es de 32.000 galones, o, en cristiano, 144.000 litros, para que se hagan una idea de las dimensiones de este tremendo coloso de cobre.
Otro rincón de interés es la bodega donde se explica visualmente el madurado del whiskey. A través del vidrio se puede comprobar como con los años el líquido se va tiñendo con los taninos del roble de los barriles y también como con el tiempo, el contenido se va evaporando (encareciendo el producto final) – Uno entiende un poco las clavadas por consumir un reserva.
Durante la visita se nos recalcó bastante el hecho de que el whiskey irlandés no era tan famoso como el escocés debido a una serie de ‘coincidencias’ históricas: la simultaneidad de la ‘ley seca’ americana con la guerra irlandesa hizo que las exportaciones se interrumpiesen y que muchas destilerías se viesen obligadas a cerrar. Sobre principios de los 30 cuando la ley se derogó, ya no quedaban casi existencias de whiskey en Irlanda. Considerando que los escoceses durante ese tiempo no habían dejado de producir y que la maduración del líquido requiere algunos años…para cuando se volvió a destilar whiskey irlandés, los Scotch ya tenían dominado el mercado.
La chica que hacía de guía, sin embargo, se cuidó mucho de no hacer énfasis en la nacionalidad de John Jameson, ni en el hecho de que la marca permanece ahora en manos francesas después de que la multinacional Pernod Ricard la sometiera a una opa en el año 1998, pasando a formar parte de otras firmas de bebidas alcohólicas en poder de este grupo tales como: Chivas Regal, Malibu, Absolut Vodka, Beefeater, Tía María, Ballantine’s, Havana Club, etc…(¡cuánta nostalgia!).
En líneas generales, la Jameson Experience se trata de un tour interesante y si les atrae el tema, pueden ustedes mismos realizar una visita virtual.
Lo mejor del todo llega al final donde la entrada se rentabiliza al disfrutar de una consumición gratuita. Yo la compartí con mis compañeros de viaje (risas y más risas, …a esas alturas ya me había hecho coleguita de los moteros). Además, antes de irnos, nos impartieron un ‘mini’ curso de degustación de distintos whiskies (bourbon americano y whisky escocés e irlandés). Sólo los lingotazos que hay que tragarse ya valen la mitad del ticket y, encima, hasta te obsequian con un auténtico diploma de experto catador en whiskey irlandés.
Ah…¿qué no se lo creen?
¿Miguel O'Gils? jajajaja
ResponderEliminarSí, Sicofonia, es un mote que se inventó el amigo Alfrodo para hacer que mi apellido sonase irlandés...jajaja (el caso es que a mí no me disgusta), además si le das la vuelta sale la palabra Sligo :P
ResponderEliminarAtención, Doctor Jeringuíllez, acuda urgentemente a sala dos para lavado de estómago integral. Enfermera Esparadrápez, ya sabe el material a utilizar. Si no funcionara con el habitual, pregunte por la encargada de la limpieza...
ResponderEliminarAlfrodo, no lo cojo!!!
ResponderEliminarBueno, siguiendo con la temática alcohólica de las 2 últimos posts, les comento que mañana es el día de San Patricio (exaltación de todo lo irlandés....y también la excusa perfecta, y puede que la única, para seguir empinando el codo).
Mi 'portavoz oficial', que es JB, seguro que ya les habrá avisado pero si no, ya les pongo yo al corriente. Desde ayer me encuentro en la capital de la República, donde estaré las próximas semanas antes de volverme a mis campos de ovejas y pueblos pesqueros a principios de abril. Pues nada, haré un poco de 'corresponsal en Dublín' durante un tiempillo... y lo primero que toca es ese pedazo de Festival de S. Patricio que empieza...hoy!!!
Seguiremos informando.
¡Aysss! Una tonterida como otra cualquiera. La clave está en la primera frase de tu segundo párrafo "siguiendo con la temática alcohólica de los dos últimos posts"... Tanto empiné el codo en el anterior, que en este me han tenido que hacer un lavado de estómago y transplante de hígado. Lo que la gracieta me salió con un sospechoso tufo a Mortadelo y Filemón que te cagas porque me acordé de una viñeta en la que le hacían a alguien un lavado de estómago con fregona... No lo volveré a hacer.
ResponderEliminarPues nada, que usted lo pase bien y no se perjudique mucho.
Feliz Día de San Patricio!!!!
ResponderEliminarMe voy a ver el desfile....OMFG!
¿Pero, será...? Feliz día pa'tí, que estas en Irlanda, cabroncete... ;)
ResponderEliminarAlfrodo...si vas a alguno de los pubs irlandeses capitalinos, seguro que algo de fiesta encuentras :)
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