La península de Mizen Head

Después de varias entradas comentando sobre niebla, ovejas y senderos impracticables, creo que es hora de virar un poco el rumbo y acercarles a pasajes más agradables.

Hoy le toca el turno a Mizen Head, una de las variadas penínsulas que hay en West Cork, con la característica especial de que este inmenso brazo de tierra es el que constituye el extremo más meridional del país. (Meridional es la palabra culta para referirse al sur y queda como más fina y pedante, hay también que tener en cuenta a esos lectores anónimos del blog, que a lo mejor no están acostumbrados a mi habitual estilo chabacano).

Este cabo fue, si no recuerdo mal, el primer viaje que hice en solitario con mi coche nuevo, el año pasado, recién estrenada mi residencia en Irlanda. Todavía se me viene a la cabeza lo mal que lo pasé cuando la carretera se estrechaba y estrechaba y sudaba tinta cuando me encontraba tráfico de frente.
Después de esa vez, han venido unas cuantas más, intentando siempre aprovechar los días de mejor clima. Las fotos, por cierto, están tomadas en al menos 3 diferentes ocasiones.

Recuerdo que hace tiempo, escuchando un programa de radio local, uno de los locutores comentó que Mizen Head podría ser el lugar más bonito de la isla esmeralda, siempre y cuando luciese el sol. Yo no voy a ir a tan lejos. Para mi la península, que es bastante larga, dicho sea de paso, me parece un sitio recomendable y, aunque digno de visitar, no está ni de lejos, entre los lugares más virtuosos de Irlanda.

Se tarda en recorrer un par de horas largas, pero la duración se puede extender indefinidamente si se hacen paradas en los pueblos intermedios, o en otros lugares interesantes que pasaré a comentar más adelante.

De las poblaciones merecedoras de mención que nos encontramos en el camino, destacaríamos algunas: Durrus, que es una de las 'puertas' de entrada a la península. Goza de popularidad por su queso y, la villa en sí, es adorable de lunes a viernes, pero agobiante los festivos porque se llena de domingueros.

Ballydehob, es la otra 'puerta' de la península. Cuna de festivales y villorio con mucha personalidad. Sin adentrarnos en profundidad en la vida del pueblo, podríamos hacer hincapié en que su historia es muy rica en detalles, desde legendarios a más mundanos.
Detrás de este pueblo con apariencia sencilla se esconden gran cantidad de artistas y escritores, tanto nacionales como foráneos, que pasan temporadas en este rincón atraídos por la tranquilidad y el 'buen' clima (Es Irlanda, pero incluso aquí, el sur también tiene sus ventajas).
Dejo una foto del puente de piedra (mismo puente pero distinta perspectiva, a una imagen posteada antes de navidades).



Esta otra foto es también en las afueras del pueblo. A lo lejos se ve el castillo y residencia (temporal, imagino) de Jeremy Irons.



Otros pueblos que nos encontramos en nuestro viaje hacia la punta de Mizen Head son Schull, Toormore y Goleen, siempre en una vía que serpentea, a veces bastante cerca de la línea de mar, entre los recovecos que forma la costa.



La última parada sería en Crookhaven, localidad más austral del país (otro sinónimo de sur, estoy sembrado). Destino vacacional de familias pudientes, pequeño puerto deportivo y oasis para los amantes de las actividades naúticas, Crookhaven es una villa más bien pequeña, pero en verano, la única calle (porque sólo hay una arteria principal) y los pubs están atestados.



Esta punta en frente del puerto se apellida curiosamente Spanish Point (y no es el único lugar de Irlanda que se llama así). Existe una población bastante mayor en la costa Oeste, en el condado de Clare, con el mismo nombre. Tengo entendido que la denominación viene de los naufragios de las naves de la Armada Invencible.



Ahora, quizás mi rincón favorito de la península, las ensenadas de Barley Cove. Un área natural protegida y una de las mejores playas de Irlanda (esto no lo digo yo sino la wikipedia).

La primera foto está tomada en un día ventoso, pero las demás son todas del mismo día, hace unas cuantas semanas.



Los apartamentos, aunque pocos, estropean un pelín el paisaje, pero aún así es una gozada.




Para llegar a la playa hay que caminar una extensión de dunas cubiertas de hierba y hasta un puente flotante.



En ocasiones, en estas calas interiores que se forman cuando sube la marea, se pueden ver vacas que bajan de los terrenos colindantes a darse un chapuzón.



El agua está fría, pero un remojón rápido nunca viene mal.



La bahía que forma Barley Cove está resguardada por dos cabos: por un lado Brow Head (bastante inaccesible pero auténtico extremo sur de Irlanda) y por el otro lado Mizen Head (que es el que se lleva toda la fama). Este último va a ser la última parada de nuestra visita a esta península.

Al final de una carretera, como dejé entrever antes, muy estrecha, con pocas escapatorias y muy enervante, se llega al final del promontorio rocoso de Mizen Head, donde se disfrutan de vistas espectaculares al mar abierto.

Para que los turistas se sientan tentados a permanecer más tiempo, hay un centro de visitantes - museo que a lo largo de varias dependencias, desgrana la historia del lugar y la vida de los fareros en ese punto.

Merece la pena pagar la entrada sólo por el chute de adrenalina que supone cruzar el arcaico puente de hierro que separa la tierra firme del último peñón.



Vista a los acantilados y los roquedales desde el puente.



Mizen Head, más allá sólo un océano sin fin.



"...los sentimientos son intensos,
triviales las palabras,
quedan los placeres,
igual que el dolor.
Las palabras son insignificantes y olvidables.
Todo lo que siempre quise,
todo lo que siempre necesité
está aquí en mis brazos.
Las palabras son innecesarias, sólo pueden herir...".

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